Al concebirnos, desciende la semilla de amor, a los 3 meses, desciende la semilla de poder, y al nacer, desciende la semilla de luz. Por eso ‘damos a luz’ cuando una madre está de parto.
La luz, el amor y el poder divino son las 3 fuerzas que descienden del más allá, y desde el alma, descienden para dar forma a nuestra existencia humana, tomando diferentes frecuencias y aportando la fuerza impulsora en cada plano.